Aunque parece obvio, para que exista coaching de equipos, debe existir equipo, y no grupo. Un equipo es un grupo de personas profesionales que trabajan juntas en el marco de la misma organización, que tienen la misma visión y comparten un mismo objetivo, hacia cuya consecución se sienten solidarias y corresponsables. Así entendido, intervenir en un equipo es hacerlo en un sistema. Mi cliente es el sistema, el equipo, y no las personas que lo integran. Esta es la diferencia esencial con el coaching individual. Como coach de equipos pongo el foco en las relaciones que mantienen las personas que lo integran. Una mirada sistémica que señala los patrones sistémicos existentes en el equipo, que se repiten, que son recurrentes en el desempeño colectivo. Contribuir a generar esta conciencia en el sistema me permite dar un paso más, y preguntar por la alineación, o no, de dichos patrones relacionales con el propósito compartido. Asimismo, como coach de equipos no puedo olvidar que el sistema-equipo pertenece a un sistema mayor: sistema-organización, por lo que deberé prestar atención a su alineación con la visión y el propósito organizacional.