Todo lo dicho sobre el coaching ejecutivo orientado a personas, puede ser suscrito en su aplicación a organizaciones. No obstante, en un contexto organizacional, la gran diferencia suele ser que el cliente no es la persona que recibe coaching (coachee). Cuando trabajo para empresas, organizaciones o instituciones públicas me relaciono, en primera instancia, con la figura del sponsor, aquella persona perteneciente al departamento que va a contratar el programa de coaching para el personal directivo. Los sponsors más recurrentes suelen ser los Departamentos de Recursos Humanos, Direcciones de Desarrollo o Formación, o directamente, la Dirección General. Esta es la diferencia esencial: la empresa contrata un servicio para su personal directivo. La segunda gran diferencia es que, a menudo, los procesos de coaching ejecutivo contratados, arrancan a partir de un hito significativo para el directivo en el contexto organizacional como una evaluación de desempeño, un programa de evaluación 360º ó 270º, etc. En estos casos, el programa de coaching ejecutivo arranca partiendo de los resultados obtenidos por el directivo. Las sesiones individuales avanzan desde el acompañamiento en el proceso de incorporación y asimilación de resultados, hacia la identificación de áreas de mejora y su progresiva consecución a través de un PDI (Plan de Desarrollo Individual).