La ICF (International Coach Federation) define el coaching profesional como “un proceso de acompañamiento reflexivo y creativo con clientes que les inspira a maximizar su potencial personal y profesional (…)” Insisto en la idea de acompañamiento. Mi ambición como coach es convertirme en acompañante de mis clientes. Caminar junto a las personas con las que trabajo: ni delante, ni detrás; a su lado. Esto no es fácil. Para lograrlo, como en todas las relaciones humanas donde se dan intercambios significativos, debo ser capaz de generar confianza. La confianza se logra, de forma paulatina, a través del proceso de indagación y sinceros ejercicios de apertura.

Desde la confianza generada, me ocupo de aclarar lo que el cliente quiere alcanzar, genero conciencia sobre las dificultades, carencias, fortalezas y oportunidades para lograrlo y empujo a mi cliente en la búsqueda de soluciones propias. El proceso de coaching avanza partiendo de señalar lo obvio, lo evidente hacia la entrega de interpretaciones más profundas que tengan un sentido para mi cliente.