Históricamente, la terapia es anterior al coaching, y en gran medida, su fuente principal. La terapia se sitúa en el marco más amplio de la “relación de ayuda”. Desde el psicoanálisis hasta nuestros días, el desarrollo de la psicología humanista ha gestado multitud de enfoques y escuelas. La terapia Gestalt es uno de ellos. La terapia Gestalt es ante todo la forma de hacer terapia de Fritz Perls, su fundador. La Terapia Gestalt desarrolla una perspectiva unificadora del ser humano, integrando a la vez, sus dimensiones sensoriales, afectivas, intelectuales, sociales y espirituales, permitiendo una experiencia global donde la vivencia corporal puede traducirse a palabras y la palabra pueda ser vivida corporalmente.

La Terapia Gestalt no sólo tiene como objetivo explicar los orígenes de nuestras dificultades sino experimentar y los indicios de las soluciones nuevas: a la búsqueda dolorosa y, generalmente, evitativa del ‘saber por qué’, ofrece la alternativa del ‘sentir cómo’, dando paso así a un proceso de movilización que favorece el cambio. Tal y como se deriva de la definición anterior, este enfoque terapéutico aborda todas las dimensiones de la persona con la intención de integrarlos. Se trata, por tanto, de trabajar con la persona en su totalidad a partir de los emergentes iniciales. Se trata de un tipo de intervención más profunda que requiere más tiempo, dedicación y compromiso. La intimidad derivada de un proceso terapéutico permite, además, la puesta en juego de otro tipo de técnicas más comprometidas como visualizaciones, movimiento expresivo, etc. En ocasiones, los procesos de coaching ejecutivo suelen derivar, a petición del cliente, en procesos terapéuticos más prolongados.